
Es de noche y por Alberdi andan pocos autos. A simple vista, las veredas están casi vacías y la mayoría de los negocios, cerrados. La luz de un local que vende comida para perros está encendida. Se acerca el dueño y ante mi pregunta, contesta: “Sí… lo conozco. ¿No está en la esquina? Esta mañana andaba por acá rompiendo las bolas”. El horario no era el indicado. César, el árbitro de Mataderos, no suele dirigir de noche. (Continúa)
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