
La única forma de poder entablar algún tipo de conversación con Sergei Somnsi, era acompañar su marcha. Parecía una caminata de nunca acabar, sin dirección y hasta peligrosa, ya que decidía hacerla por la calle, con el cordón cuidándole el flanco derecho y conmigo cuidándole el izquierdo. (Continúa)
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